Por Héctor Estrada.
Además del grave caos postelectoral que enfrentan varios municipios de Chiapas, la descarada simulación en al menos 12 ayuntamientos gobernados por el PRI-PVEM donde el cónyuge de la alcaldesa es quien tiene el verdadero control sobre el gobierno municipal ha convertido a Chiapas en el más vergonzoso ejemplo de la fallida “paridad electoral mexicana”.
Ya se advertía desde el mismo proceso electoral cuando de manera abrupta se obligó a los partidos políticos a cumplir con las cuotas de género en las candidaturas. La forma tramposa en que colocaron a esposas, hermanas y demás familiares de los ex candidatos a la cabeza de las planillas electorales vaticinaba el “cínico escenario” que hoy se vive en varias alcaldías.
Los compromisos políticos del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no podían romperse por “simples” asuntos de paridad, para eso estaba la ya recurrida estrategia de “las juanitas” y la complicidad de un árbitro electoral coludido e inútil, listo para legitimar cualquier estrategia por más ilegal y tramposa que fuera.
Por eso hoy en Chiapas no sorprende ver eventos encabezados por el propio Gobernador donde las presidentas municipales de los ayuntamientos sedes son relegadas o prácticamente invisibilizadas de los actos protocolarios para darle voz y mando a sus conyugues en episodios de evidente usurpación de funciones.
Y ejemplos sobran. Muchos de ellos con el propio mandatario chiapaneco de testigo. Ahí está el caso del Ayuntamiento de Suchiapa, que el papel es encabezado por Norma Patricia Grajales Pola, pero que en la realidad es gobernado por su esposo, Ranulfo Llaven Abarca, quien casualmente es hermano del actual secretario de seguridad pública en Chiapas.
Dejando de lado todo cuidado a las formas y las mínimas simulaciones, a Ranulfo Llaven se le ha visto encabezando prácticamente todos los eventos municipales, y representado oficialmente al Ayuntamiento de Suchiapa en los eventos estatales. Es el ejemplo de “las juanitas chiapanecas” en las alcaldías más cercano a la capital estatal.
Porque en el mismo tenor se pueden enumerar al menos otras 12 alcaldías (10 gobernadas por el PVEM Y 2 por el PRI) donde la usurpación de funciones es prácticamente permanente y las presidentas municipales sólo son utilizadas, manipuladas y ridiculizadas para cumplir con el requisito legal que, paradójicamente, tiene el objetivo de dignificarlas en el ámbito político.
Y ahí están los ejemplos precisos de Chanal, Rayón, Tila, Villa Comatitlán, Las Rosas, Yajalón, Ixtapangajoya, San Lucas, Amatenango del Valle, Chenalhó y Ocotepec que junto a Suchiapa representen los ejemplos más vergonzosos de la simulación electoral en materia de paridad de género que se fomenta en Chiapas y México.
No queda de otra que reconocer dolorosamente el fracaso de los esfuerzos por garantizar la equidad en la burda política mexicana. Al menos en Chiapas, han resultado contraproducentes, gracias a la perversión y ambición de quienes hoy ostentan el poder y están dispuestos a enlodar lo que sea para conservar su estatus.
Hoy “las juanitas chiapanecas” (la mayoría de municipios indígenas) son el ejemplo más vergonzoso de la misoginia política en México y la persistente utilización de las mujeres para garantizar los copos de poder a esos políticos de siempre que mantienen al país en un estado de persistente simulación legal escandalosamente cínica.
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