Por: Eduardo Torres/Sin Fuero.

Ese
día, a través de redes sociales, la invitación estuvo abierta para todo
aquel que estuviera harto del gobierno de Manuel Velasco y las
decisiones del gobierno federal en torno al alza a los precios de la
gasolina y las reformas estructurales implementadas en el sexenio
peñista.
Esa fue la excusa perfecta para que cientos salieran a
las calles, vandalizaran comercios locales, transnacionales y llevaran
consigo sin pagar todo lo que pudieran.
Detrás de muchos menores
de edad disfrazados de rebeldes sociales, se escondían rostros conocidos
en la frontera sur: la Mara Salvatrucha coordinaba a las marionetas que
tenían aterrorizados a los pobladores de una tierra que, después del
huracán “Stan” en 2005, poco sabía de desgracias colectivas.
Los
Maras volvían a las calles de Tapachula para reivindicar su existencia
en esta franja fronteriza. Pareciera que por años estuvieron debajo de
las coladeras, escondidos esperando una nueva oportunidad para asolar a
propios y extraños. El problema parecía propio de Centroamérica y sólo
se tenía el crudo recuerdo de enfrentamientos hace ya una década.
Tras la devastación de decenas de negocios, el Ejército Mexicano entró a las calles de la ciudad de forma tardía, barrió con los malandracos y dejó a la frontera sur en un estado de “toque de queda” difícil de asimilar.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) informó el 7 de enero (dos días después de los saqueos), que en las acciones de “limpieza” se había logrado la detención de 139 personas, entre ellas 80 centroamericanos, la mayoría con insignias corporales de grupos antagónicos de la MS 13 y su grupo rival, el Barrio 18.
En un balance realizado por la Coparmex Costa de Chiapas, las pérdidas rebasaban los 100 millones de pesos, sin contar los desmanes ocurridos en otras partes del estado.
Mara Salvatrucha construye corredor de drogas
El fenómeno de las Maras regresó a la frontera sur exento de la problemática migratoria que se vive previo y después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Sin embargo, el modus operandi de sus integrantes consiste en usar como escudo la migración desde Centroamérica buscando canales legales como la solicitud de asilo en México y la protección de las autoridades migratorias.
El activista de migrantes en la frontera sur, Flor de María Rigoni, afirmó que incluso la caída de “El Chapo” Guzmán ha dado cabida para que los extranjeros y mexicanos adheridos a esta banda delictiva, realicen el cobro de derecho de piso y hayan comenzado también a “construir” su corredor para el trasiego de drogas provenientes desde Sudamérica y Centroamérica.
“México tiene que cuidar esta problemática de las Maras porque son estructuras piramidales que van punteando. Estuvieran callados por mucho tiempo, pero ahora se están aprovechando de la condición de permisos y solicitudes de refugio en el sur del país”, explicó.
El activista italiano informó que el fenómeno de las Maras muestra una nueva faceta. Al principio, dijo, se trataba de personas provenientes de todo Centroamérica; sin embargo, ahora están siendo reclutados jóvenes mexicanos y, el mayor de los problemas: la droga se está quedando en Chiapas.
EUA merodea la frontera sur
Desde el inicio de la era Trump, la frontera sur de México ha tenido tres hechos que vislumbran el interés y preocupación que Estados Unidos tiene por la problemática del cruce masivo de migrantes.
En una primera reunión en enero pasado, funcionarios del gobierno estadounidense recorrieron los pasos formales fronterizos entre Chiapas y Guatemala.
Una segunda reunión efectuada en la base aeronaval de la Secretaría de la Defensa Nacional, tuvo lugar casi un mes después con la participación de la cancillería mexicana y funcionarios de alto rango de EUA.
Y la prueba más fehaciente de que el gobierno de Trump tiene la mirada puesta en el estado se dio el pasado 25 de marzo, cuando un buque de la guardia costera norteamericana atracó en Puerto Chiapas.
¿Qué busca el gobierno gringo?
Tras la devastación de decenas de negocios, el Ejército Mexicano entró a las calles de la ciudad de forma tardía, barrió con los malandracos y dejó a la frontera sur en un estado de “toque de queda” difícil de asimilar.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) informó el 7 de enero (dos días después de los saqueos), que en las acciones de “limpieza” se había logrado la detención de 139 personas, entre ellas 80 centroamericanos, la mayoría con insignias corporales de grupos antagónicos de la MS 13 y su grupo rival, el Barrio 18.
En un balance realizado por la Coparmex Costa de Chiapas, las pérdidas rebasaban los 100 millones de pesos, sin contar los desmanes ocurridos en otras partes del estado.
Mara Salvatrucha construye corredor de drogas
El fenómeno de las Maras regresó a la frontera sur exento de la problemática migratoria que se vive previo y después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Sin embargo, el modus operandi de sus integrantes consiste en usar como escudo la migración desde Centroamérica buscando canales legales como la solicitud de asilo en México y la protección de las autoridades migratorias.
El activista de migrantes en la frontera sur, Flor de María Rigoni, afirmó que incluso la caída de “El Chapo” Guzmán ha dado cabida para que los extranjeros y mexicanos adheridos a esta banda delictiva, realicen el cobro de derecho de piso y hayan comenzado también a “construir” su corredor para el trasiego de drogas provenientes desde Sudamérica y Centroamérica.
“México tiene que cuidar esta problemática de las Maras porque son estructuras piramidales que van punteando. Estuvieran callados por mucho tiempo, pero ahora se están aprovechando de la condición de permisos y solicitudes de refugio en el sur del país”, explicó.
El activista italiano informó que el fenómeno de las Maras muestra una nueva faceta. Al principio, dijo, se trataba de personas provenientes de todo Centroamérica; sin embargo, ahora están siendo reclutados jóvenes mexicanos y, el mayor de los problemas: la droga se está quedando en Chiapas.
EUA merodea la frontera sur
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¿Qué busca el gobierno gringo?
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