Desde su curul independiente, Kumamoto pica piedra legislando a contracorriente, con el vasto apoyo que le dan la razón y sus repercusiones en las redes sociales.
Es político, pero no tiene padrino. Es
legislador, pero no tiene bancada. Es mexicano, aunque su apellido luzca
oriental. Se llama Pedro Kumamoto, tiene 27 años y es diputado
independiente por Jalisco.
Hizo historia en 2015 cuando se convirtió en uno de los pocos
independientes que ganó con un presupuesto de 258 mil pesos, pero con
mucha iniciativa y corazón, su escaño en el Congreso jalisciense.
Y volvió a hacer historia cuando su propuesta legislativa para
regular los desorbitantes gastos de campaña recibió el beneplácito de la
Suprema Corte que avaló por seis votos a favor y cuatro en contra sus
argumentos.
A partir de 2019 y gracias a la Ley Kumamoto, al menos en Jalisco los
partidos dispondrán de fondos solo en función de los votos recibidos en
la elección de 2018.
Bajo el lema de #SinVotoNoHayDinero, el legislador independiente se
lanzó a una cruzada que se veía imposible de alcanzar. Las resistencias
venían de todos los partidos y de todos los niveles.
Durante las últimas dos décadas, los presupuestos electorales para
los partidos se volvieron una creciente dádiva de la que suele ignorarse
su destino final.
Y no importa si el partido es grande o chico, todos reciben a manos
llenas con una rendición de cuentas que deja mucho que desear. Pero con
una metodología que desafía a la lógica, porque sin votos suficientes
los dineros fluyen.
Bajo la Ley Kumamoto, el 70 por ciento de lo que cada partido reciba
de institutos electorales, estará atado a la votación que registren. Si
no hay votos, tampoco subsidio.
El legislador independiente estima que tan solo en Jalisco, los
contribuyentes dejarán de regalarle a los partidos unos 550 millones de
pesos, que en las cifras que hoy salen de las urnas no se justifican.
Se espera que la nueva legislación, vigente solo en Jalisco, comience
a ser propuesta y aprobada en tantos estados como para obligar a llevar
la fórmula al escenario electoral nacional.
Obvia decir que existe una enorme resistencia de la llamada
“chiquillada”, de la orquesta de partidos pequeños que reciben
presupuestos y que al final del día acaban de comparsa de los partidos
grandes.
Ojalá que sea antes de la ya inminente –y a juzgar por las propuestas
presupuestales del INE–sin duda dispendiosa elección
presidencial de 2018.
Pero por ahora hay que reconocer la iniciativa, la voluntad y el
tesón demostrados por este joven legislador que no se conforma con jugar
con las obsoletas y perversas reglas de lo establecido.
Kumamoto es una muestra de que en México cuando se quiere, se puede. Aunque los poderosos y el establishment se resistan.
Y de que no hacen falta los padrinazgos políticos para sacar adelante una iniciativa que beneficia a las mayorías.
Desde su curul independiente, Kumamoto pica piedra legislando a
contracorriente, con el vasto apoyo que le dan la razón y sus
repercusiones en las redes sociales.
¿Por qué no tenemos más Kumamotos?
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