Mientras el país
aparece cercado por diferentes grados y perfiles de crisis políticas, los
estados de la República se han quedado atrapados en la inmovilidad.
Por ello fue
significativo que el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, haya salido del
espacio de la crisis nacional para impulsar agenda política en los Estados
Unidos.
El dato no es
menor.
Chiapas sigue
latente como factor de inestabilidad por la presencia del EZLN en movilizaciones
políticas o en apoyos a otros movimientos sociales en otras partes de la
república, además de ser una puerta para el gravísimo problema de la migración
centroamericana sin control que ha creado un corredor del crimen organizado
Chiapas-Tamaulipas.
El reciente viaje
del gobernador Velasco a EU tuvo una agenda política y geopolítica.
Por su posición
geográfica, Chiapas es un interés geopolítico de Washington.
Apenas en marzo el
embajador estadunidense Anthony Wayne visitó Tuxtla, Gutiérrez, para tratar,
entre otros, dos temas vitales para México; migración y “administración” de la
frontera, aunque Chiapas sigue siendo también un espacio de atención
estadounidense por muchos recursos naturales relacionados con la industria
militar y de seguridad del vecino del norte.
Chiapas ha
encontrado en los organismos internacionales de desarrollo una salida a las
restricciones de inversión nacionales.
A pesar de su
riqueza en recursos naturales, en Chiapas ha habido muy poca presencia en
proyectos nacionales por parte del sector privado; de ahí la posibilidad de que
apoyos internacionales puedan detonar inversiones y actividades económicas y
productivas.
Hasta la aparición
del EZLN se culpó de la violencia y la pobreza a la falta de empleos, pero hubo
poca actividad pública y privada para desarrollar inversiones.
Una gestión más que
interesante fue la reunión del gobernador Velasco con el secretario general de
la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, para afinar
convenios de cooperación en temas de seguridad, gobernabilidad, gestión
pública, derechos humanos, niñez, mujeres, indigenismo y desarrollo económico y
social.
En estos asuntos
las posibilidades internas se han topado con ineficacias que han contribuido a
extender los problemas gubernamentales.
Sin embargo, se
trata de temas vitales en Chiapas cuya persistencia como problemas habían
generado inestabilidad y violencia.
Los temas de
pobreza, seguridad fronteriza y derechos humanos han formado parte de la agenda
de crisis e inestabilidad de Chiapas y han atraído la atención internacional,
sobre todo de la embajada de EU. En México hay un interés especial porque
Chiapas es, con todo y a pesar de todo, una zona de seguridad nacional
binacional.
Hasta ahora, pocos
gobernadores estatales habían salido a realizar gestiones políticas a
Washington por la argumentación de que las relaciones bilaterales forman parte
de la política exterior de México.
Sin embargo, las
gestiones diplomáticas oficiales se han centrado en la agenda presidencial sin
entender que las entidades del país tienen sus propias necesidades.
El viaje del
gobernador Manuel Velasco a EU logró colocar a Chiapas en el escenario
fronterizo de Washington, pero ya no como un problema de estabilidad nacional
con efectos internacionales, sino que abrió posibilidades de desarrollo
económico en temas como café y áreas de inversión extranjera directa y de
atención con otros enfoques a las crisis de migración, crimen organizado y
seguridad fronteriza.
Y sobre todo, el
gobernador Velasco rompió el cerco de la crisis guerrerense mostrando que en
otras entidades están pensando en el desarrollo.
Y la clave de la
crisis en Guerrero y Oaxaca es la disputa por la orientación de la educación
pública, por lo que en Oaxaca el gobernador Cué presentó al Congreso local una
Ley 22 contraria a la Constitución.
De ahí el hecho de
que el PRD esté promoviendo en Guerrero, con el interino, un conflicto mayor
como el de Oaxaca: La alianza del Gobierno estatal interino con la UAG, la
Normal de Ayotzinapa y la CETEG de maestros disidentes, igual que en Oaxaca se
dio la APPO, la Universidad Benito Juárez y la guerrilla erpista.
Y por si fuera
poco, el secretario general de la UAG y gobernador interino formó parte del
grupo político de Armando Chavarría Barrera, líder perredista asesinado durante
el gobierno perredista de Zeferino Torreblanca.
Por tanto, el
relevo en Guerrero fue eminentemente político y perredista y no académico
porque el secretario de la UAG es pieza de grupos de poder radical que tienen
ahorcado a Guerrero desde tiempos de Rubén Figueroa.
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